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Opinión

Pedro Pablo Pardo Reinaldos

Los jóvenes no quieren estudiar

Esta es la respuesta que recibo últimamente cuando pregunto o hablo sobre la actual situación laboral de nuestros jóvenes…

Personalmente discrepo de esta afirmación tan generalizada, si bien es cierto que existe una generación denominada “nini”, calificativo que no es de mi agrado, aunque esté recogido por la RAE desde finales de 2010. No creo que los jóvenes no quieran estudiar, el problema es que los jóvenes no están debidamente orientados al mercado laboral y a las oportunidades que éste presenta.

Tengo dos hijos ya en edad de decidir cuál será su camino en la vida, uno con 16 años y otro con 12, aunque decir que han de elegir ya su camino en la vida es mucho. Lo cierto es que han de saber hacia dónde dirigir sus estudios de cara a conseguir esa profesión que anhelan o les llama la atención.

La situación y las oportunidades laborales cambian y las inquietudes también. Fijaos, hace unos 3 años, cuando preguntaba a mi hijo mayor en que le gustaría trabajar, el respondía que quería ser Notario, cuando le lanzabas la misma pregunta al más pequeño, éste respondía: “Yo quiero ser el hermano del notario, ¿te parece poco?

Este año, mi hijo mayor ha comenzado a cursar Bachillerato y ha llegado la hora de plantear las distintas opciones, por lo que planteé la misma pregunta:” ¿En qué te gustaría trabajar? (Al más pequeño me da respeto volver a preguntarle de momento).

A lo que él me contestó: “Papa, quiero ser criminólogo”.

Me sorprendió bastante su respuesta, sobre todo al comprobar que desconocía parte de las funciones de tan respetada profesión, pero mayor fue mi sorpresa al conocer el origen de esta inquietud laboral, fruto de la recomendación del orientador del instituto, dado que este año se puso en marcha en su instituto una prueba piloto con una asignatura optativa de inicio a la Criminología.

Ante esto me pregunté si realmente estaban nuestros jóvenes orientados a lo que el mercado demandaba y hacia la profesión que ellos querían, o, por el contrario, estaban siendo utilizados como relleno a cupos o experimentos educacionales.

Buscamos por internet todo lo concerniente a la carrera de Criminología y las posibles salidas laborales que esta aportaba y analizamos todo en su conjunto, ante lo que una voz adolescente ronca y con algún agudo inesperado espetó:”Papa, no creo que esto me vaya a gustar”. Ante lo que lancé la frase paternal de rigor:

—Dime que te gustaría estudiar de verdad y vemos las salidas laborales que pueda tener.

—¿Por qué estudiaste tu para ser Comercial o jefe?, ¿te lo recomendaron en el instituto? A mi me gusta lo que haces, sobre todo la parte esa de analizar las cosas con las barras y los colores.

—¿Yo?… La verdad es que quería ser bombero, pero nadie me explicó que con vértigo era complicado. Yo hice las cosas al revés, tuve que dejar los estudios por temas familiares y empecé a trabajar en lo que me gustaba, la venta. Posteriormente retomé los estudios y los enfoqué hacia mi carrera profesional y sigo estudiando porque siempre surgen cosas nuevas y me gusta aprender sobre ellas. Si te interesa mi trabajo te diré que a finales del año pasado surgió un estudio donde se indicaba que 6 de las 10 profesiones más demandadas para este año iban a estar relacionadas con Ventas y Marketing.

A día de hoy no se aún si mi hijo seguirá mis pasos, pero me quedo tranquilo de saber que está más informado sobre lo que el mercado laboral demanda, y eso, es mucho más de lo que él conocía antes de aquella conversación.

Actualmente tenemos dos generaciones en una horquilla de edad muy similar, las cuales deberían ocupar el 75% del mercado laboral para el año 2030. Por un lado, tenemos a lo Millennials o generación “Y”, los cuales se caracterizan por sus inquietudes, iniciativa, posibilidad de adaptación al cambio, pero sobre todo por la confianza en ellos mismos. Y por otro lado, tenemos a los denominados “ninis”, generación apática, indolente y muy apegada al confort y a la protección familiar.

Creo que estos últimos están perdidos, ya que no hemos sabido trasmitirles el mensaje correcto. No todo el mundo tiene la capacidad o la ganas de estudiar una Ingeniería, pero no a todos se les explica que hay muchos más puestos que cubrir en el mercado laboral. Un Arquitecto no es capaz de construir un edificio por sí solo y necesitará de la ayuda del albañil, del fontanero y del electricista, entre otros. Debemos entender y trasladar que estos puestos son tan importantes para el desarrollo del proyecto como el primero.

Os invito a que entre todos podamos redirigir a nuestros jóvenes hacia ese camino que no terminan de encontrar, expliquémosles que existen salidas laborales tan dignas y tan requeridas como una carrera universitaria, por ejemplo, la Formación Profesional Dual, donde pueden trabajar y formarse al mismo tiempo. Expliquemos las salidas laborales, las alternativas y sobre todo las posibilidades reales de crecimiento tanto profesional, como personal. Enfoquemos nuestro esfuerzo en hacer ver a esta generación su valor ya la importancia de su aportación al sistema, trabajemos en transformar la apatía en confianza y borremos de una vez por todas esa afirmación tan baladí que afirma que los jóvenes no quieren estudiar.

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SOBRE EL AUTOR DEL ARTÍCULO

PEDRO PABLO PARDO

Jefe de ventas y grandes cuentas de Audiolís

ppardor@audiolis.com

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